Sixto Durán-Ballén

En 2016 falleció a los 95 años de edad Sixto Durán-Ballén, presidente de Ecuador entre 1992 y 1996 y el último dirigente surgido de la clase política tradicional que consiguió terminar el mandato antes de sumergirse el país andino en una década de graves turbulencias políticas y sociales. Arquitecto y urbanista quiteño identificado con los valores del conservadurismo proempresarial, Durán-Ballén partió de una militancia socialcristiana y luego formó su propia agrupación de derecha liberal, el Partido de Unidad Republicana (PUR). La labor de Gobierno de este estadista sobrio y aplomado estuvo centrada en la reducción del peso del Estado en la economía, cuya "modernización" pasaba por el ajuste estructural, la desregulación, las privatizaciones y la estabilidad financiera, adopción en toda regla de las recetas del FMI y el Consenso de Washington que provocó contestación social. Por otro lado, el presidente comandó enérgicamente las armas ecuatorianas durante la breve guerra de 1995 con Perú en la mal delimitada frontera altoamazónica y sorteó escándalos como el de la fuga a Costa Rica de su vicepresidente Alberto Dahik, acusado de corrupción.

(Texto actualizado hasta diciembre 2016)

1. Un arquitecto adherido a la corriente neoliberal
2. La presidencia de Sixto Durán: reformas estructurales, conflicto bélico con Perú y escándalos de altos vuelos

1. Un arquitecto adherido a la corriente neoliberal

Nacido en 1921 en Boston debido a las obligaciones empresariales y diplomáticas de su padre, cuñado del importante hombre de negocios quiteño Guillermo Wright, luego de pasar su infancia y juventud en Ecuador regresó a Estados Unidos para estudiar en el Stevens Institute of Technology de Hoboken, Nueva Jersey, y más tarde en las universidades de Columbia, en Nueva York, y Wisconsin, donde recibió la formación necesaria para desempeñar, desde 1946, una actividad profesional en los campos de la arquitectura y la planificación urbana, primero en Caracas y posteriormente en Quito. Durante muchos años dio clases en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central del Ecuador, de la que fue asimismo director, y en la Universidad Católica de Quito, donde impartió la asignatura de Teoría del Arte. Además, en 1949 se sumó al equipo de urbanistas y arquitectos encargado de reconstruir la ciudad de Ambato, arrasada por un terremoto. En 1945 contrajo matrimonio con Josefina (Finita) Villalobos Páramo, con quien tuvo ocho hijos, cinco chicas y tres chicos

Políticamente se adhirió al Movimiento Social Cristiano (MSC), partido fundado en 1951 por Camilo Ponce Enríquez y que iba a convertirse, a posteriori con el nombre de Partido Social Cristiano (PSC), en una de las fuerzas conservadoras señeras dentro del siempre fragmentado sistema de partidos ecuatoriano. En 1956 Ponce Enríquez ganó las elecciones y, considerando su cualificación para el cargo, nombró a Durán-Ballén ministro de Obras Públicas, labor que desempeñó hasta el final del período presidencial en 1960. En la década de los sesenta Durán-Ballén residió otra vez en Estados Unidos y trabajó como asesor para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). De vuelta en Ecuador, fungió como subdirector del Plan Regional de Tungurahua, presidente del Banco Nacional de la Vivienda y presidente de la Comisión Nacional de la Vivienda.

Como alcalde de Quito entre 1970 y 1978, años en que Ecuador vivió la efervescencia de un boom petrolero que acabó decepcionando las expectativas del desarrollo nacional, Durán-Ballén se destacó como un campeón del desarrollismo urbanístico adherido a la línea estatalista entonces predominante de conceder absoluta prioridad al sector público. La experiencia como primer edil quiteño animó a Durán-Ballén a postularse a la Presidencia de la República en las elecciones democráticas del 16 de julio de 1978, que debían culminar el proceso de restauración democrática tras ocho años de gobiernos autoritarios, tanto civiles (presidente José María Velasco Ibarra) como militares (generales Guillermo Rodríguez Lara y Alfredo Poveda Burbano, autores respectivamente de los golpes de Estado de 1972 y 1976).

El arquitecto obtuvo efectivamente la nominación del socialcristianismo y llegó a las urnas representando a un Frente Nacional Constitucionalista (FNC) forjado por 11 partidos de la derecha y la extrema-derecha, el cual contaba además con las simpatías apenas disimuladas de los mandos castrenses que detentaban el Gobierno de facto. Superado en la primera ronda con el 23,9% de los votos por Jaime Roldós Aguilera, de la Concentración de Fuerzas Populares (CFP), en la segunda vuelta del 29 de abril de 1979 el conservador fue batido definitivamente por su contrincante socialdemócrata; entonces, Durán-Ballén solo consiguió elevar su porcentaje de apoyos al 31,5%. Durante las presidencias de Roldós y, a partir de mayo de 1981, a raíz de la muerte en un accidente aéreo del anterior, el democristiano Osvaldo Hurtado Larrea, el PSC se mantuvo en la oposición.

De cara a las elecciones generales del 29 de enero de 1984 el PSC vertebró la alianza conservadora Frente de Reconstrucción Nacional (FRN) y escogió como candidato presidencial a León Febres-Cordero, poderoso empresario guayaquileño que además se había destacado en la actividad parlamentaria. Durán-Ballén fue incluido en las listas al Congreso y figuró entre los nueve candidatos que obtuvieron escaño, en tanto que Febres-Cordero conquistó la Presidencia en la segunda vuelta del 6 de mayo. Luego, Durán-Ballén recibió responsabilidades en el Gobierno febrerista y estuvo al cargo del programa de viviendas baratas.

Próximo a concluir el mandato de Febres-Cordero, el PSC volvió a presentar a Durán-Ballén en las elecciones del 31 de enero de 1988, pero esta edición supuso un fuerte varapalo para el oficialismo: Durán-Ballén quedó tercero con el 14,7% de los sufragios tras el socialdemócrata Rodrigo Borja Cevallos, de la Izquierda Democrática (ID), y el empresario populista Abdalá Bucaram Ortiz, del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y proclamado heredero político de su cuñado Jaime Roldós, mientras que en el Congreso la formación conservadora perdió seis de sus representantes. No obstante, en las legislativas del 17 de junio de 1990 el PSC resurgió con fuerza y cosechó 16 escaños, convirtiéndose en el primer partido del país.


2. La presidencia de Sixto Durán: reformas estructurales, conflicto bélico con Perú y escándalos de altos vuelos

La designación en 1991 de Jaime Nebot Saadi, cabeza de un influyente clan empresarial de Guayaquil y otro representante de la plutocracia tradicional de la Costa, como candidato presidencial del PSC para las elecciones del 17 de mayo de 1992 provocó el abandono del partido por Durán-Ballén, quien con celeridad fundó su propia formación de centro-derecha liberal, el Partido de Unidad Republicana (PUR), e inscribió su propia candidatura. A pesar de participar con un partido meramente vehicular, sin base popular, Durán-Ballén se encaramó en las encuestas de opinión prometiendo dejar atrás, aplicando soluciones liberales, el desalentador cuadro económico dejado en herencia por Borja y caracterizado por los elevados niveles de inflación (superior al 50% anual), déficit fiscal y servicio de deuda externa con respecto al producto nacional.

Protagonizando uno de los habituales duelos electorales entre un representante de la Sierra y otro de la Costa, Durán-Ballén consiguió imponerse a Nebot con el 36,1% de los votos en la primera vuelta y definitivamente con el 57,9% en la segunda vuelta celebrada el 5 de julio. El 10 de agosto siguiente, a la provecta edad de 71 años, el ex alcalde quiteño fue investido con la banda tricolor en presencia de cinco mandatarios de la región. Tenía por delante un mandato constitucional de cuatro años.

El Gobierno formado por Durán-Ballén fue de coalición con el Partido Conservador Ecuatoriano (PCE), formación histórica -de hecho, la más antigua del país, fundada en 1883- pero en franco declive, que desde 1978 había renunciado a presentar candidato presidencial propio y concurrido a elecciones en alianza con el PSC, excepto esta vez, en que había brindado su apoyo a Durán-Ballén. Su líder, Alberto Dahik Garzoni, recibió el puesto de vicepresidente, pero sus siete parlamentarios estuvieron lejos de conformar una mayoría sólida en el Congreso, donde el PUR sólo disponía de una docena de diputados sobre 77, siendo superado en número de bancas por el PRE y el PSC. A priori, el partido de Nebot se perfilaba como el socio natural del PUR al compartir con él programa e ideología, pero las insuperables diferencias personales con Durán-Ballén hicieron inviables los apoyos desde este lado.

Al frente, por tanto, de un Gabinete de fuerte regusto conservador y proempresarial, Durán-Ballén lanzó un programa de estabilización financiera, desregulación y reducción del peso del Estado en la economía que acarreó una devaluación monetaria del 30%, la congelación de los salarios de los trabajadores públicos, la subida de las tarifas de los combustibles y la electricidad, y la apertura de las empresas estatales de la energía y las telecomunicaciones al principio de privatización. Estos sectores estratégicos fueron sometidos a diversos procesos parciales de desnacionalización y transferencia de bienes y servicios públicos al capital privado vía contratos de concesión y delegación. El marco jurídico de las reformas estructurales de la economía lo puso la Ley de Modernización del Estado, Privatizaciones y Prestación de Servicios Públicos, promulgada el 31 de diciembre de 1993 y cuya primera emanación fue el Consejo Nacional de Modernización (CONAM).

La decidida apuesta de Durán-Ballén por meter a Ecuador en la corriente neoliberal en boga a lo largo y ancho del hemisferio, en el apogeo de la influencia continental de las directrices fondomonetaristas y el Consenso de Washington, tuvo efectos inicialmente favorables sobre determinados indicadores económicos, como el índice de precios y las reservas de divisas, además de permitirle a Quito recuperar el diálogo con el FMI para el reescalonamiento de los pagos de la deuda externa al socaire del Plan Brady, y obtener una línea de crédito del Banco Mundial.

Pero, por otra parte, las reformas estructurales puestas en marcha agudizaron la conflictividad laboral, conducida por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), radicalizó las reivindicaciones agrarias y medioambientales de organizaciones como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), de tradición combativa, y, en una consecuencia de más largo alcance, causó una profunda zozobra en el electorado, que ya había conocido todas las ofertas políticas trasladadas a la acción de gobierno y seguía sin ver progresos materiales. Los sectores de la izquierda encontraron ultrajante para los intereses nacionales la nueva Ley de Hidrocarburos, por la que la participación fiscal del Estado en los ingresos petroleros bajaba del 90% a una horquilla comprendida entre el 12,5% y 18,5%, quedando el grueso de las ganancias para los contratistas extranjeros, y no menos nefastos los recortes de austeridad en la sanidad y la educación públicas.

Estadista sobrio y de suaves maneras, Durán-Ballén parecía encontrarse más a tono reunido con los agentes financieros internacionales, donde gozaba de una excelente consideración por su interés en hacer honor a los compromisos contraídos por el Estado ecuatoriano con sus acreedores y tenedores de deuda, que atendiendo las demandas de los actores sociales, cuyos desafíos en forma de manifestaciones y huelgas generales sobrellevó con distanciamiento y aplomo. El Gobierno afrontó las graves carencias de las comunidades rurales mediante instrumentos como el Fondo Social de Emergencia (FISE).

A lo largo del cuatrienio, el comportamiento del comercio internacional resultó errático para los principales productos de exportación ecuatorianos, el petróleo, el banano y el café. En diciembre de 1992 Durán-Ballén decidió abandonar la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para tener las manos libres en su política de aumento de la producción, pero ni el refuerzo de las exportaciones de crudo ni la depreciación del sucre fueron suficientes para subsanar el déficit presupuestario, con lo que el mandatario tendió a basar sus cálculos en la elevación de los impuestos indirectos.

Durán-Ballén encaró a principios de 1995 uno de los casi periódicos conflictos armados con el Perú por divergencias territoriales, luego de los entablados en 1941 y 1981, siendo en este caso el teatro de las operaciones la mal delimitada frontera en las provincias altoamazónicas de Morona-Santiago y Zamora-Chinchipe. La enemistad se remontaba al Protocolo de Paz, Amistad y Límites de 1942, que fijaba como frontera natural la Cordillera del Cóndor y que tenía como garantes a Brasil, Argentina, Chile y Estados Unidos. Ecuador había impugnado el acuerdo a posteriori con el argumento de que le fue impuesto por la fuerza y desde entonces reclamaba la soberanía sobre una amplia extensión de territorio comprendido entre las estribaciones meridionales de la Cordillera del Cóndor y el río Cenepa.

Iniciados en toda regla el 26 de enero de 1995 tras días de escaramuzas en la cabecera del Cenepa, los combates dejaron hasta el primer alto el fuego del día 31, declarado unilateralmente por Quito, varias decenas de muertos en los dos ejércitos, que sumaron nuevas bajas tras la reanudación de la contienda. El 14 de febrero Durán-Ballén, quien se mostró bastante enérgico a lo largo de esta crisis (para los anales quedó su expresión de "ni un paso atrás"), aceptó la oferta de alto el fuego hecha en Lima por el presidente Alberto Fujimori y la dimensión bélica del contencioso, que no la jurídica, llegó a su fin con las declaraciones de cese de hostilidades y desmovilización de Itamaraty, el 17 de febrero, y Montevideo, el 28 del mismo mes. Entre medio, el 22 de febrero, el Ejército ecuatoriano tuvo que lamentar la muerte en un ataque peruano de 14 de sus soldados.

En opinión del mandatario ecuatoriano, la aparatosa escaramuza selvática se había saldado con ventaja para las armas ecuatorianas (adjudicó al Perú la totalidad de los aviones y helicópteros derribados, y un número muy superior de bajas en las tropas de tierra, dato este último que fue admitido incluso por Lima), mientras que la honorabilidad nacional había sido salvaguardada por los documentos de paz. Pero las tres semanas de combates habían costado 250 millones al erario público, dinero equivalente a casi el 2% del PIB, con el consiguiente impacto en el crecimiento: en 1995 la economía ecuatoriana avanzó el 2,2%, mientras que en 1994 el ritmo había sido del 4,2%. La euforia patriótica se disipó pronto y el malestar general volvió a manifestarse con fuerza.

En el terreno multilateral de las relaciones exteriores, Durán-Ballén fue el anfitrión en Quito en septiembre de 1995 de dos cumbres regionales consecutivas, la IX Reunión del Grupo de Río, el día 4, que previó la constitución de un área de libre comercio hemisférica para 2005, y la VII Reunión del Consejo Presidencial del Grupo Andino, al día siguiente, que pasó revista a los avances hechos en la ejecución del área subregional de libre comercio, ya en servicio, y la unión aduanera andina, todavía en gestación.

La Administración de Durán-Ballén no se libró de escándalos que pusieron altavoz a las corrupciones política y económica, crónicas en Ecuador. El 25 de agosto de 1994 el Congreso, a instancias del PSC, abrió una investigación contra el presidente sobre su posible relación con un caso denunciado el 12 de julio anterior: que en enero del año en curso la Corporación Financiera Nacional (CFN), organismo público de crédito, había accedido con sospechosa presteza a la petición hecha por una nieta del presidente, Enma Paredes Durán-Ballén, de un préstamo de 829.000 dólares para costear la ampliación de la empresa chocolatera Flores y Miel, pese a que entonces la entidad no tenía todos sus papeles en regla y que la solicitante no desempeñaba ningún puesto de responsabilidad en la misma.

La empresa en cuestión no se registró legalmente hasta junio y como titulares de la misma figuraron los suegros de Enma Paredes, Galo Fabián Anda y Elba Carreño, dueños también de una entidad financiera, Irandina, en la que la nieta del presidente había fungido como gerente comercial y que hacía poco se había declarado en quiebra, dejando sin sus ahorros a un cierto número de clientes. El mandatario negó que hubiese ninguna irregularidad en el asunto de Flores y Miel e instruyó a la Fiscalía General de la Nación para que se limpiara su buen nombre. En su opinión, "la falta de propuestas políticas creativas" había llevado a algunos representantes políticos a lanzar "acusaciones y ataques dirigidos a dañar el honor de una persona como el medio más simple para obtener dividendos políticos".

Para entonces, Enma Paredes y el matrimonio Anda-Carreño no se encontraban en el país, ya que habían puesto tierra de por medio rumbo a Estados Unidos. Su marcha se produjo en junio, tan pronto como trascendió el derrumbe del esquema financiero de Irandina y se expusieron a ser denunciados por fraude. En septiembre, la Fiscalía General solicitó la prisión preventiva para los Anda-Carreño y posteriormente un juez penal de Pichincha acusó formalmente a la pareja y a su nuera por irregularidades manifiestas en la otorgamiento del crédito a Flores y Miel. El esposo de Enma Paredes, Fabián Anda, fue involucrado también en esta presunta trama de enriquecimiento ilícito, fraudes y tráfico de influencias. El PSC le acusó en particular de haber obtenido, sin tener cualificación para ello, un alto puesto en la delegación de la compañía estatal Petroecuador en Houston, Texas. En diciembre de 1994 Fabián Anda escurrió eventuales acciones judiciales en su contra marchándose a Miami abordo del avión que llevaba al abuelo de su cónyuge a la I Cumbre de Las Américas.

Pero el mayor escándalo que afectó al mandatario fue el protagonizado por el vicepresidente Alberto Dahik en 1995. Procesado por la Corte Suprema de Justicia por el presunto delito de peculado o apropiación indebida de ocho millones de dólares de los fondos reservados del Estado y recién emitida en su contra una orden de arresto cautelar, antesala que era de su previsible destitución por el Congreso bajo las acusaciones de corrupción y traición a la patria, Dahik presentó la renuncia el 12 de octubre y acto seguido voló en su avioneta hasta Costa Rica, donde recibió el asilo político en marzo de 1996. Transcurrida una semana, el Congreso invistió como nuevo vicepresidente a Eduardo Peña Triviño, ex ministro de Educación. La rocambolesca fuga de Dahik pasó factura a los dos partidos del Gobierno, que ya en las elecciones legislativas del 1 de mayo de 1994 habían experimentado fuertes retrocesos. Estos comicios dejaron al PUR con tan solo tres congresistas, pasando a ser la séptima fuerza del Legislativo, incluso por detrás del PCE, que conservó sus seis bancas.

Hacia la mitad de su mandato, y con los grandes escándalos de corrupción aún por venir, el mandatario intentó recuperar la iniciativa política con un ambicioso proyecto de reforma constitucional, con el objeto de conferir estabilidad al sistema institucional y de paso otorgar más poderes al presidente frente al ingobernable Congreso, coto privado de los partidos. El 16 de marzo de 1994 la Corte Suprema negó a Durán-Ballén la autorización para convocar un plebiscito con aquel propósito, pero el 28 de agosto siguiente pudieron someterse a referéndum ocho propuestas gubernamentales sobre la reforma institucional, de las que el electorado sólo rechazó una, la posibilidad de elegir congresistas en la segunda vuelta de las presidenciales. Entre las novedades aprobadas figuraron la luz verde al Congreso para que estudiara una reforma constitucional, la reelección consecutiva del presidente y la presentación de candidatos a legisladores sin filiación partidista. La participación fue muy baja, el 36,3%.

Posteriormente, Durán-Ballén, en el nadir de su popularidad, convocó otro referéndum múltiple, el 26 de noviembre de 1995, sobre once puntos de reforma constitucional, incluyendo esta vez la descentralización territorial, la posibilidad de escoger un fondo de seguro privado alternativo a la cobertura del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), la concesión al Ejecutivo del derecho de convocar elecciones legislativas anticipadas y la abolición del sistema electoral de renovación parcial del Congreso cada dos años; esta vez, todas las propuestas fueron rechazadas.

A mayor abundamiento en el descrédito del equipo gobernante, al final del ejercicio presidencial el programa de privatizaciones se encontraba paralizado -las empresas del Estado que pudieron venderse, como Ecuatoriana de Aviación y Cemento Nacional, lo fueron a unos precios considerados irrisorios por la oposición- debido al marasmo financiero, las quiebras en la banca privada nacional y la penuria de inversiones foráneas. Entre los aciertos gestores del Gobierno se destacaron el mantenimiento (salvo el bache del primer semestre de 1995) de unas aceptables tasas de crecimiento económico, gracias al aumento de las exportaciones de petróleo, y la reducción de la inflación al 24%, una tasa aún muy elevada pero que por lo menos era la mitad de la que había en 1992.

Sin dejar herederos políticos, Durán-Ballén concluyó su mandato el 10 de agosto de 1996 y entregó el testigo al triunfador en las elecciones del 19 de mayo y el 7 de julio, Abdalá Bucaram, primero de una serie de presidentes destinados a no terminar sus mandatos en medio de graves turbulencias políticas y sociales. El PUR, condenado a desaparecer, no presentó candidato, si bien, durante la campaña electoral, algunos medios de comunicación atribuyeron al presidente saliente una preferencia personal por el controvertido Bucaram, tan alejado de él en pensamiento y talante, supuesta apuesta que se interpretó como un mero interés en impedir la victoria de Jaime Nebot. El PUR no obtuvo representación en estos comicios y se desvaneció del escenario político.

Durán-Ballén se mantuvo activo en el servicio público por unos años más, no obstante lo avanzado de su edad, como miembro del Congreso Nacional electo en los comicios de 1998 y embajador de su país en el Reino Unido durante la Administración de Gustavo Noboa Bejarano entre 2000 y 2003. En 2005 publicó el libro de memorias A mi manera... los años de Carondelet y en 2006 aún se presentó como candidato al Parlamento Andino por la Unión Demócrata Cristiana (UDC), sin resular elegido. En 2007 el octogenario volvió a sorprender por sus excelentes condiciones físicas y mentales presentando un programa radiofónico de música clásica, una de sus grandes pasiones privadas.

El ex presidente falleció el 15 de noviembre de 2016 por causas naturales, mientras dormía en su residencia familiar de Quito. Le faltaban cinco años para ser centenario. El Gobierno del presidente Rafael Correa decretó tres días de luto nacional y organizó el preceptivo sepelio de Estado. Las honras fúnebres tuvieron lugar en el Palacio Municipal de Quito y la misa funeral en la Catedral Metropolitana. Finalmente, los restos mortales del estadista recibieron cristiana sepultura en un nicho de la iglesia neogótica de Santa Teresita.

(Cobertura informativa hasta 1/12/2016)